8 sept 2011

La promesa del vals

El invierno crudo no se hizo esperar,
mas con tu presencia no podía notarlo.
Aquel mes de enero era muy especial,
en Viena se sigue bailando el vals
y nuestros sentidos más hábiles que nuestros pies,
volaban hacia el escenario del palacio,
allí practicamos tal como habíamos ensayado
Era imposible parar la danza de nuestras manos,
y la música? parece que aún está sonando…
la escuchas, amor mío? olvida los setenta años,
estás joven y bella y tus pies se deslizan en el espacio.

Oh, qué bien tarareas, sigue, prefiero escucharte!
y se nota tan cálido tú aliento en mi cuello…
no, no cierres los ojos todavía, ese maquillaje te queda perfecto
pero si quieres descansa, no es necesario bailar todas las piezas,
yo seguiré por ti tarareando, tarararara, rara, rara…

4 comentarios:

Pilar dijo...

Es imposible dejar de oír la música, sobre todo si ésta va midiendo los pasos de la vida en un andar y soñar juntos, en un bailar abrazados al amor infinito que viaja traspasando distancias y tiempos.

Un abrazo y un tqm, amigo mío
Pilar

Unknown dijo...

Ese es el sentimiento Pilar y a él, no pueden ponersele barreras, ni distancias, ni tiempos, porque si está bien dirijido, llega siempre.

Otro abrazo y otro TQM

Anónimo dijo...

Soñar lo que hay que callar y esperar nuevos cielos, otras vidas donde se abrirán las alas sin temor a horizontes.

Saludos desde una ventana azul

Unknown dijo...

Así es casi siempre peregrina, siempre hay que esperar nuevos cielos, nuevas vidas para intentar plasmar esos sueños.
Muchas gracias por tú comentario.

Un cordial saludo.

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