Cuando no oigas el ruido
de mis pasos,
cuando mi silencio te
parezca ensordecedor,
entonces,
solo entonces,
sabrás que me he extinguido.
Como la luz que agoniza
al llegar la noche,
como a la vela que ya no
le queda mecha
sobre la cera que se
derrama,
como el camino que quedó
cubierto de yerba
y maleza por falta de
uso.
Porque presiento que mi
tiempo se agota
y no soy de los que
recogen memoria del olvido,
porque son muchas las
sendas que recorrí,
y su polvo pesa demasiado
sobre mis hombros,
porque son tantas las
hojas muertas que dejé caer,
que a mi árbol no le queda
ya ninguna con que cubrirse.
2 comentarios:
¿Qué leo?. Espero que sea solamente un bello poema de un sentimiento que, conforme pasan los días, los años, los inviernos, todos tenemos.
Me ha encantado.
Biquiños
Exacto eso es apreciada amiga, el pataleo de un día. Me alegro de que te gustara y agradezco tu visita y comentario.
Un bico.
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