Me
sorprendió verte recostada en el alfeizar del tiempo,
sin
que este dejara huella trágica en tu rostro,
como
si se hubiera detenido para admirarte
y
adorando tu perfil no mellara esa línea.
Mi
encuentro contigo ayer,
ha
sido como hurgar en la alacena de la vida
hallando
en el recuerdo el cariño dormido,
desgranando
los días felices vividos entonces.
El
amanecer nos trajo el dulzor del momento
con
el brindis unísono de las caricias,
con
la confidencia propia del cómplice
que
más que hablar murmura al oído terneces.
Mirar
tus ojos fue como ver trocitos de cielo sin nubes,
fue
sentir el palpitar de un alma limpia,
sumirse
en el placer del paraíso
concentrado
en el amor infinito.
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