Siempre te haces de
rogar y
esperas que yo te
llame para decirme
esa frase que tienes
preparada,
“ahora mismito te iba
a llamar yo”
bien, pues hoy no te
llamo, a ver qué pasa.
Me distraigo con el
ordenador,
hurgando en el cosmos
cibernético
y me quedo con los
magníficos paisajes
que mis ventanas me
brindan:
La puesta de sol se
ve a través del estor,
como un farolito
chino en la lejanía,
los majestuosos
eucaliptos me miran
desde su altura sin
mover ni una hoja,
los pájaros que a
esta hora ya no trinan,
pasan veloces
buscando su dormitorio y
los felinos amigos
desfilan hacia el suyo.
Voy a encender las
luces para que al menos,
los ojos del cuerpo
puedan ver algo e iluminen al cerebro.
Ya no hay duda, algo
hicimos mal,
para que tengamos que
andar mendigando
un poco de cariño o
tan solo un pequeño recuerdo,
aunque tal vez sea
mejor pasar desapercibido.
Sí, soy feliz
pensando que no ocupo espacio
en la memoria de
nadie y no molesto.
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