Septiembre se desliza del mapa
de nuestro calendario,
sabedor de que trae los fríos
adelantados,
tal como ha sido este extraño
año,
de caluroso abril y seco clima,
como hacía tiempo que no se había
dado.
Septiembre se va de puntillas
como sin querer hacer ruido,
consciente de que su estado ya es
del pasado,
desnudando los árboles muy
despacio,
como si tuvieran mucho tiempo
para
soltar su ropaje y retrasar el
desrame.
Septiembre se alejará como el
bañista
que aún quiere aprovechar las
fechas del verano,
con desgana, como suplicando
alargar el tiempo
y llamando al astro cálido,
resistiéndose a usar otra ropa,
que no sea la de la expresión
mínima,
negándose a abrigar el cuerpo,
porque mantiene templada el alma.
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